25 de diciembre de 2014
Baila Monstruo (fragmento)
Yo ya olvidé lo que escribí y la poética mutará arrasando estas páginas que ya se fueron junto conmigo en alguna esquina inencontrable de la materia colaborando en silencio con el núcleo del caos en permanente malformación y ahora el estilo de las masas es cortar el césped de la literatura impregnar los labios con jarabe y no tener otra alternativa y así la calle suele repetirse el plato con las almas moribundas que la pueblan sufriendo o escribiendo o tanteando el desastre natural de la belleza que no claudica pero envejece hasta posar su brillo donde todos brillan
(...)
17 de diciembre de 2014
Aplicación
Lo que falta
es siempre
lo que queremos.
Faltan quinientos
pa un ron achupallas.
Falta más papel
pa enrollar la vida.
Pa fumarla por los ojos,
leyendo.
Faltan las partes de un reloj
que se detuvo hace 40 años.
Y faltan las industrias retumbando,
sublimes, en la conciencia reposo
de nuestros días.
Hambre
hoy
soy una sombra
una
araña de rincón en la
oscuridad
de su cueva
rehuir
quiero cualquier mirada
y
olvidar que mi voz resuena
mientras
la humanidad
es
asesinada todas las mañanas
al
fondo de mi corazón
en
esta oscura pagoda
mis
días están contados
a
pesar de las palabras que
escapan
por la rendija de mi
esqueleto
(araña
o vicio o eterna infelicidad
de
la poesía
insecto o presa o voraz infamia)
(recuerdo
aquel incendio que consumió
mi
casa completa conmigo adentro)
/araña o vicio o segregada virtud
/o un mar de olas oscuras como regalo final
Intento # 16
El viento sopla
hacia el norte.
Las llamas nos miran
y avanzan.
Nunca las casas
se habían sentido
tan pequeñas.
3 de diciembre de 2014
Los gatos
Por Carlos Peirano
1) Hace un par de años, cuando estaba viviendo en
el sur de Chile, leí una novela de Haruki Murakami que tenía entre sus
protagonistas a un hombre de mediana edad, algo calvo y un poco lento, que poseía la extraña capacidad
de no asombrarse al ver que la mayoría de los gatos le hablaban. La novela en
cuestión se llama Kafka en la orilla.
Del nombre del japonés que hablaba con los gatos no me acuerdo, pero sí de la
génesis de su extraño don. Como este pretende ser un inventario (con todas sus
limitaciones), no voy a referirme a la trama de la novela. 2) En Islas en el golfo, novela póstuma, si
mal no recuerdo, de Ernest Hemingway, hay un gato que se llama Cabrotas. 3) En La nueva novela, de Juan Luis Martínez, en la página 77, hay una bibliografía general sobre los gatos. El
propio Martínez, en un poema que precede a la citada página 77, escribe con
valor, y amargura, sobre la desaparición de un gato en su propia porcelana. Es
posible que la bibliografía citada sea una broma bien elaborada, aunque tengo
conocimiento del Old Possum´s Book of
practical Cats, de T.S. Eliot. 4) Yo tengo cinco gatos que se llevan pésimo
entre ellos (Jane Bowles escribió sobre las razones por la que los gatos no
podían estar juntos y se parecen bastante a las razones que esgrimía para
defender que dos escritores no pueden estar juntos: “Creo que los dos gatos
juntos representan una desventaja, porque ninguno de ellos consigue la atención
que desea y exige”). 5) ¿El gato de Cheshire era realmente un gato? 6) William
S. Burroughs decía que cuando sus gatos se ausentaban sentía muchas ganas de
llorar y a menudo lo hacía. 7) Justamente cuando vivía en el sur de Chile
murieron dos de nuestros gatos, Manchester
y Gengis Khan, y mi hermana tuvo que
enterrarlos en el patio de la casa. 8) Paul Bowles escribió un cuento, “Kitty”, en el que una niña se convierte
en gato. 9) Rolando Cárdenas alimentaba a sus gatos con sobras de pescado que
encontraba en los alrededores del mercado central. 10) Paul Bowles tenía un
gato negro en Tánger. 11) Una vez vi en Mendoza, a las afueras de la
universidad nacional de Cuyo, cómo una jauría de perros mataba a un gato grande
lleno de manchas que parecían dibujadas sobre su cuerpo. 12) No sé si Enrique
Lihn tenía gatos en su altillo ubicado en la calle General Salvo. 13) La
primera vez que vi un gato fue en Quillota, tenía como cuatro o cinco años, y
me provocó mucha angustia verle. 14) Ted Hughes le regaló un gato siamés, en
Londres, a Sylvia Plath, y ésta lo rechazó. 15) Uno de mis gatos se llama Joe, y es negro, como el boxeador que le
impidió, según relata el hermano menor de Jorge Teillier, Iván, en su cuento Antes del otoño, conseguir la corona
mundial al púgil nacional Arturo Godoy. 16) Clarice Lispector detestaba a los
gatos. 17) En esta época del año, en mi casa, aparecen otros gatos. 18) Marcia
Saavedra, que tiene sólo un poemario publicado, titulado Rumor en la sala, tenía un gato que se llamaba Carlos. 19) En los monasterios budistas se prohíbe el ingreso de
felinos (y de otros animales). 20) Deleuze, en un documental titulado L´abécédaire de Gilles Deleuze, que vi
hace bastante tiempo, decía que no le gustaban los gatos “por restregones”. 21)
Robert Crumb creó una tira cómica notable que se llama Fritz the Cat. 22) Las últimas palabras de William S. Burroughs,
nos cuenta Félix Romeo (a quien cito textualmente en algunos de estos párrafos),
en Gato encerrado, son: “Nosotros
somos los gatos encerrados. Somos los gatos que no pueden caminar solos y para
nosotros sólo hay un lugar”. 23) Alejandro Jodorowsky, que conoció en el D.F.
Mexicano a Leonora Carrington, dijo de ella que “tenía esa mirada penetrante,
vivaz y misteriosa que sólo poseen los gatos”. 24) Edgar A. Poe, que nació en
Baltimore, y era dipsómano, escribió en 1843 The Black cat. 25) Baudelaire, que tradujo al francés,
parcialmente, la obra de Poe, vivía con dos gatos y su madre enferma en un
París cercado por la miseria. 26) Giuseppe Ungaretti, en Alejandría, tenía una
gata que se llamaba Liebre. 27) A
propósito del Gato negro de Poe, dice el protagonista del cuento: “era un animal muy fuerte y bello, completamente negro y de
una sagacidad maravillosa. Mi mujer, que era, en el fondo, algo supersticiosa,
hablando de su inteligencia, aludía frecuentemente a la antigua creencia
popular que consideraba a todos los gatos negros como brujas disimuladas.” 28)
Robert Smith escribió, borrachísimo, una canción titulada All cats are grey. 29) En
ninguna de las películas que he visto de Rainer Werner Fassbinder aparecen
gatos. 30) Paul Bowles tuvo en su casa de Acapulco un ocelote, que es un gato
grande, parecido a un puma, pero que puede domesticarse. 31) Witold Gombrowicz,
que detestaba a los poetas, llegado a Buenos Aires, amaba (de manera
displicente) a los gatos que rondaban las viejas pizzerías ubicadas en el
barrio de Palermo. 32) En el colegio, yo y mis compañeros, tuvimos que
embalsamar a un gato y algunos, cuando vaciamos las entrañas del animal en una
pequeña palangana, vomitaron y se negaron a realizar el ejercicio. 33) En Gummo, de Harmony Korine, los
adolescentes que protagonizan la película, cazan gatos con escopetas hechizas y
los venden, por kilo, al administrador negro de una carnicería en Ohio. 34)
Perry Farrell, en una de sus canciones, cuenta que su gato, Maceo, “es un pequeño hombre en el
cuerpo de un gato”. 35) No tengo noticias de mis gatos, que ahora deben andar
por el patio, o en las quebradas (mientras yo escribo esto), tomando el
benévolo sol de este invierno que comienza a expirar, lamentablemente, hasta
que llegue la hora en que vengan a pedirme comida y a beber el agua estancada
del nenúfar que aún no ha florecido.
13 de noviembre de 2014
26 de octubre de 2014
Sedimentos*
Eres la sinfonía
(lejana)de algún poeta anónimo
que sin darse cuenta
se inspiró en ti.
Entonces,
tú bailas ahí,
en un cuaderno
que es el limbo,
entre lo que se recuerda
y lo que a propósito
no se quiere recordar;
algo así como una estatua
sobreviviente de un incendio;
una figura,
que en la oscuridad no se ve,
pero se siente.
* Carolina Gómez Maray (Con-Cón)
8 de octubre de 2014
Intento # 14
Limpié mis manos
lo mejor posible
retoqué mis ojos
lubriqué mis labios
el pelo arreglé
como quien guarda un llanto
en el fondo de un pozo.
El tiempo infalible
El tiempo infalible
acaricia mis sentimientos
con intenciones
que no alcanzo
a dimensionar.
Me dicen que estás
perdida en algún punto
de esta ciudad.
Me dicen que me buscas
pero no me puedes encontrar.
Me arreglo.
Me preparo.
El invierno se abre paso
El invierno se abre paso
entre mis dedos morados
enciendo un cigarrillo
deseando que su luz de ceniza
te diga dónde estoy
solo
esperándote.
2 de octubre de 2014
Sueño de Federico García Lorca, por Antonio Tabucchi
Una noche de agosto de 1936, en la casa de Granada, Federico
García Lorca, poeta y antifascista, tuvo un sueño. Soñó que se encontraba en el
escenario de un pequeño teatro itinerante y que, acompañándose al piano,
cantaba canciones de gitanos. Estaba vestido de frac, pero en la cabeza traía
un mazantini de flecos largos. El público era de ancianas enlutadas, con una
mantilla en la espalda, que lo oían extasiadas. Una voz, desde la sala, le
pidió una canción, y Federico García Lorca se puso a tocarla . Era una canción
que hablaba de duelos y de naranjos, de pasión y de muerte.
Al terminar de cantar, Federico García Lorca se puso de pie y saludó al público. Bajó el telón y sólo entonces se dio cuenta que detrás del piano no había bastidores, sino que el teatro estaba en medio de un campo desierto. Era de noche y había luna. Federico García Lorca se asomó por las cortinas del telón y vio que el teatro se había vaciado como por arte de magia, la sala estaba completamente sola y las luces se iban apagando. En ese instante escuchó un ladrido y a sus espaldas apareció un perrito negro que parecía esperarle. Federico García Lorca creyó que debía seguirlo y dio un paso. El perro, como a una señal convenida, comenzó a corretear poco a poco para indicar el camino. ¿A dónde me llevas perrito negro?, dijo Federico García Lorca. El perro ladró lastimosamente y Federico García Lorca sintió un escalofrío. Volteó la vista y miró hacia atrás y vio que las paredes de tela y madera de su teatro habían desaparecido. Quedaba una platea vacía bajo la luna mientras el piano, como acariciado por invisibles dedos seguía tocando él solo una vieja melodía. Un muro cortaba el campo; un largo e inútil muro blanco detrás del cual se veía otro campo. El perro se detuvo y ladró nuevamente y Federico García Lorca también se detuvo.
En ese momento, de la parte de atrás del muro surgieron repentinamente los soldados que dando risas le rodearon. Iban de negro y con tricornios. En una mano traían un fusil y en la otra una botella de vino. El jefe de ellos era un enano monstruoso con la cabeza llena de excrecencias.
Al terminar de cantar, Federico García Lorca se puso de pie y saludó al público. Bajó el telón y sólo entonces se dio cuenta que detrás del piano no había bastidores, sino que el teatro estaba en medio de un campo desierto. Era de noche y había luna. Federico García Lorca se asomó por las cortinas del telón y vio que el teatro se había vaciado como por arte de magia, la sala estaba completamente sola y las luces se iban apagando. En ese instante escuchó un ladrido y a sus espaldas apareció un perrito negro que parecía esperarle. Federico García Lorca creyó que debía seguirlo y dio un paso. El perro, como a una señal convenida, comenzó a corretear poco a poco para indicar el camino. ¿A dónde me llevas perrito negro?, dijo Federico García Lorca. El perro ladró lastimosamente y Federico García Lorca sintió un escalofrío. Volteó la vista y miró hacia atrás y vio que las paredes de tela y madera de su teatro habían desaparecido. Quedaba una platea vacía bajo la luna mientras el piano, como acariciado por invisibles dedos seguía tocando él solo una vieja melodía. Un muro cortaba el campo; un largo e inútil muro blanco detrás del cual se veía otro campo. El perro se detuvo y ladró nuevamente y Federico García Lorca también se detuvo.
En ese momento, de la parte de atrás del muro surgieron repentinamente los soldados que dando risas le rodearon. Iban de negro y con tricornios. En una mano traían un fusil y en la otra una botella de vino. El jefe de ellos era un enano monstruoso con la cabeza llena de excrecencias.
- Eres un traidor - dijo el enano -, y nosotros tus verdugos.
Federico García Lorca le escupió en la cara mientras los soldados le detenían. El enano se rio obscenamente y gritó a los soldados que le bajaran los pantalones.
- Eres una hembra - dijo - y las hembras no usan pantalones, deben quedarse encerradas en la casa y cubrirse la cabeza con un velo. A una señal del enano, los soldados le ataron, le bajaron los pantalones y le taparon la cabeza con una manta.
- Asquerosa mujer que vistes de hombre - dijo el enano -, llegó la hora en que le reces a la Santa Virgen.
Federico García Lorca le escupió en la cara y el enano siguió riendo. Después desenfudó la pistola y le metió el cañón a la boca. Por el campo se oía la melodía de un piano. El perro ladró. Federico García Lorca sintió un golpe y se enderezó en la cama. Llamaban a la puerta de su casa en Granada con las culatas de los fusiles.
28 de septiembre de 2014
Intento # 19
La
dignidad no se olvida
como no se olvida el respiro
el amor
el país
las canciones
los poemas
los cerros
el mar.
La dignidad no se olvida
se levanta
y no importa cómo:
con piedras cruzando el cielo
con trapos pintados de rojo
con poesía estremecida
en el pasaje de la pobla:
la dignidad es mía
es tuya, nuestra
hasta el fin de los tiempos
y nadie ha nacido aquí
con el derecho a quitarla.
como no se olvida el respiro
el amor
el país
las canciones
los poemas
los cerros
el mar.
La dignidad no se olvida
se levanta
y no importa cómo:
con piedras cruzando el cielo
con trapos pintados de rojo
con poesía estremecida
en el pasaje de la pobla:
la dignidad es mía
es tuya, nuestra
hasta el fin de los tiempos
y nadie ha nacido aquí
con el derecho a quitarla.
25 de septiembre de 2014
8 de septiembre de 2014
Invierno # 4
Miro el cielo que envejece sobre mí.
El barrio reaparece entre la neblina.
Sonidos de perros ausentes
lamen las hojas secas, pienso,
mientras las casas retoman su forma
y los árboles acomodan sus ramas
para saludar a los fantasmas que
despiertan a esta hora, pienso.
Los antepasados. La hora última
Los antepasados. La hora última
de sus ojos mirando al techo
en estas mismas casas, pienso,
y ahora ya son fantasmas o
perros ausentes ejercitando
el lento movimiento
del envejecimiento personal.
La dulce muerte cotidiana
deshojando mis manos,
pienso.La dulce muerte cotidiana
...
31 de agosto de 2014
17 de agosto de 2014
Borrar datos de navegación
No debe quedar rastro de ella
Ni de la arena húmeda en sus pies
Ni de la mancha de sol en su vientre
Ni de sus ojos incrustados en mis arterias
impidiendo el paso de mi sangre
...
8 de agosto de 2014
Agosto
Cierro la puerta por esta noche
siempre hay más formas de hacer todo
distintas maneras de trenzar la realidad
en la fuga loca del papel
o la fuga local del papel
declaro las buenas noches
para todos los hombres de paz
para todos los hermanos de más allá
afuera correrá la sangre
quizás lloverá el hambre
la tierra gritará y nadie la escuchará
pero siempre saldrá el sol
con una oportunidad bajo el brazo
así que a descansar a dormir
a cargar las corrientes de las arterias
a sumergirse en el misterio de los misterios
aunque sea por algunas horas
en una de esas
la vida aparece en serio
una
noche como esta...
(Caraja)
30 de julio de 2014
Intento # 4
Es algo colorado
una punteada
colorida
frente a tanto incolor
una vez en la habitación
siempre fue lo mismo
la misma toma de posiciones
desde la hipocresía del discurso
algo colorido
nos campaneaba en la boca
(sin embargo algo incoloro
sonaba sabrosamente sonoro)
sonaba sabrosamente sonoro)
caíamos al final
en la desidia de la cámara lenta
que es el tiempo
si lo miramos desde
muy arriba...
27 de julio de 2014
Baila Monstruo
Cae
la miel como cae la sangre de mi boca cuando muerdo tu ausencia pero soy
criatura de golpes y me levanto con la última visión de ti refulgando y
superando el brillo incandescente del aviso publicitario que quema mis ojos
cuando tarde en la noche paso por el puente viejo y me pierdo en las
poblaciones abandonadas por el derrame tóxico de la industria hace ya cuantos
años hace ya cuantas vidas que venimos perdiendo viviendo contaminados y
creciendo como larvas de una criatura crónicamente enferma sin ojos ni boca
16 de julio de 2014
Indigencia
Ya no está la pobreza
en nuestros zapatos.
Caminamos solos
y muy a la deriva
pero tenemos vino
para encendernos.
Una fogata
Una fogata
bajo el puente
recuerda esos veranos
de caza con los mayores.
Cuando los montes en Quilpué
Cuando los montes en Quilpué
tenían pumas y gatos hambrientos
esperándote en los arbustos.
El vino ahora
recuerda esa sangre.
Nuestra vida
es una botella
que se vacía lentamente
o violentamente de una sola vez.
Como un zarpazo
en los pasillos rocosos
de la ultratumba.Al viejo Quilpué
28 de junio de 2014
15 de junio de 2014
Sueño antiguo
Hablaban,
gesticulaban, se emborrachaban con coca-cola y algo más; musitaban algo de
música, quizás, a esa hora extraña de la noche cuando el estómago se mordía a
sí mismo y usaba el baño de alcohol como lujuria; nos hinchamos y nos cogoteamos
mutuamente la palabra como feroz jauría enjaulada; algunos se cansaron pero
nosotros amábamos, éramos animales; nos mantuvimos jugando en la cornisa, en la
quebrada o el sexo selva; una maldita mañana nublada o un perfecto verano
verde, bien borrachos los dos, colgando de los pezones cerro arriba; olvidamos,
y yo ahora duermo una gran resaca y juego a vencerla: hablo, gesticulo, me
emborracho con coca-cola y algo más, y creyéndome vencedor, tiro a correr
desnudo, gritando, por la playa.
9 de junio de 2014
2 de junio de 2014
Última lección
Contemplamos la estrepitosa caída
del accidente cardiovascular.
La muerte tiene olor a revista médica.
Su color es el amarillo de los faroles urbanos
que te saludan por la ventana de la clínica
mientras tus ojos rebobinan las verduras
los juguetes los afectos los anzuelos
que te enganchaste en la lengua
cuando la vida era un trámite
y la rutina una cortina
que te impidió entender
el desapego
la química
los gusanos que vendrían por ti.
(inédito)
28 de mayo de 2014
La marca de una bandera quemada
La larga cicatriz
que nos atraviesa el ojo izquierdo
es la lengua de la víbora que hirió
a nuestro hijo en la cuna.
Mientras dormíamos.
Cuando era precaria la casa
en medio de la selva.
Y éramos salvajes cortando leña
en aserraderos clandestinos.
(Igual llegaron a
nosotros
y nos abrieron el
vientre
con la misma hoz
de nuestras banderas)
de nuestras banderas)
La larga cicatriz
es una geografía
que todos llevamos.
Como un tatuaje
con el que se nace.
“La marca de una bandera quemada”
según los poetas jóvenes.
19 de mayo de 2014
10.
El océano se torna color
petróleo, padecemos un atardecer de tormenta, se divisa ya el viento desatado
que inundará con sus aguas las arterias de la población, por debajo, reventando
en agua y cañerías los baños y los enseres más preciados; los elementos se
potencian con los amargos químicos de nuestro aliento y entonces sobreviene una
fosa, una profunda escalera de piedras marinas que se prepara para darnos un
manotazo, el último, el primero, el más doloroso.
LA ROSA PRISIONERA
LA ROSA PRISIONERA
11 de mayo de 2014
Las alitas caídas
Nadie
imaginó que su baile coquetón arriba del ring era una danza de conquista. Nadie
pensó siquiera que su mano derecha fuerte también podía acariciar los mentones
y los hombros sangrantes. Nunca pensaron que el número uno de los guantes de
oro, que el paladín de los sudamericanos, al que no le pegó nadie ni en el
cuadrilátero ni en la esquina, el que se zumbaba a quien quería, al que no le
quedó títere con cabeza en Los Lagos y sus alrededores, volvería de Santiago
muerto y vestido de mujer.
Porque
¿cómo conjugar su título de campeón de box con su clandestino hábito de irse a
Santiago a revolotear de mariposa nocturna? Difícil era figurarlo frágil y
lechuguino, si todas las veces hacía rodar por el suelo a cuanto macho de pelo
en pecho que se le ponía por delante. Cuando la copucha se repartió entre los
intersticios del pueblo nadie la creyó. Si estaba “entrenando” decían en San
Miguel, si “cuida autos” decían en la Cisterna, si era “sereno” en Conchalí, si
era “junior” en Macul, si es “copero” en Maipú. Hasta que llegó “muerto no más”
por una cuchillada nocturna y traicionera, que no pudo esquivar con las fintas
de sus mejores noches, porque la pasta base y los zapatos de taco alto le
entorpecieron su famoso baile de gorrión.
Ahí estaba
ahora, en la vitrina de los muertos, cubriendo su palidez inerte con colorete.
Su franco pelo duro se había trastornado en una brillante peluca rubia, el
protector bucal lo había reemplazado por un lápiz labial escarlata, sus
pestañas de indio eran ahora crespas y largas agujitas azabache. Nadie lo reconoció.
Sólo dos
cosas anunciaban que era el campeón: primero, su nariz de aguilucho aporreado,
estaba en la posición en que la dejan los guantes adversarios y que sus nuevos
amigos santiaguinos no pudieron ocultar con mañas de maquillaje. Lo otro, era
el cinturón de Campeón Sudamericano, que brillante e inútil estuvo todo el
tiempo arriba del féretro y que lo acompañó como única flor en su viaje final
hacia la tierra, que lo recibía envuelto en perfumes de mujer y con guantes de
boxeador.
Por Javier Milanca
Extraído de
“Pichi Epew”
Ediciones Periféricas
10 de mayo de 2014
Vitamina Vietnamita
La aldea y su herramienta
ardieron en mis ojos
La vieja fábrica
La vieja fábrica
echó a andar en mis huesos
Un supermercado vietnamita
a siete cuadras de mi casa
7 de mayo de 2014
Nocturno de otoño morado
Nadie lo determina.
Yo personalmente
he muerto y resucitado
treinta y un veces.
Tengo tres árboles
Tengo tres árboles
como testigos.
Solamente
pido un juicio justo.
5 de mayo de 2014
Dora Esperanza Chas
Ella no sabía
que tenía un
cielo
encerrado en la
garganta
Lo supo cerrando los ojos
volviéndose muñeca
resolviendo su canción
como el viento que aparece
cuando los árboles
son arrojados a la tierra
Lo supo cerrando los ojos
volviéndose muñeca
resolviendo su canción
como el viento que aparece
cuando los árboles
son arrojados a la tierra
Ella entró y salió del caos
para dominarlo con una sonrisa
El hielo azul
encendió su boca
Un dulce sueño
de mariposas
llegó a poblar su corazón
llegó a poblar su corazón
Con ese último
gesto
saludó a la
espesura
y los árboles
y los árboles
se quedaron
hablando
de su paso por el mundo
de su paso por el mundo
Ahora
sentados en el
jardín
recordamos su
canto de madre
mientras lavaba las verduras
mientras lavaba las verduras
Ella no sabía
que tenía un
cielo
encerrado en la gargantaPublicado en la antología La Plata Spoon River (2014).
4 de mayo de 2014
24 de abril de 2014
20 de abril de 2014
Villa Berlín
Nombres de ríos
nombres de flores
Ciudades alemanas
que jamás conoceremos
Anabólicas mañanas
que no volverán
La sombra del amigo
colgando del aromo cortado
hace diez años
Mi amigo muerto
hace diez años
colgando en la sombra
de este poema
Una estrella que se fuma solita
en la escalera Los Maitenes
Mirando la FisherInédito
14 de abril de 2014
La marca del fuego
Puede ser también
la mancha del mar
la planchada cicatriz
que invisible solamente
se carga en los ojos
Ahí la arena
desintegra cualquier poesía
y el viento de igual forma
elabora estatuas sólo visibles
para los no videntes
el tacto es un áspero juego
de lenguajes y tonos de voz
la amplitud del incendio
semejando el ocaso
de todos nosotros
la intensidad
termina con todos
con nuestras letras
y papeles amarillos
en baúles con revistasen barriadas extintas
Inédito
12 de abril de 2014
Luis Lhooner, Una Poética
Cierta vez
-en la base
aérea de Morón-
vi a un
perro perseguir
tercamente
a una
avioneta,
correrla a
través de la pista
saltando
con un tarascón al aire
en el
instante del despegue.
Ya con la
sangre seca de la nada
entre sus
dientes
la
observará
alejarse
haciéndose
imposible.
Un poema se
domicilia en ese perro
hay un
poema
que alquila
una pieza por ahí,
el intento
desesperado
de morder
aquellas formas que despegan.De "Los Perros del Muro de Berlín"
Ediciones Periféricas 2014
11 de abril de 2014
5 de abril de 2014
Panquehue
Lo hice de nuevo
y habito un lejano territorio.
Duermo en una precaria carpa.
El cielo desliza su lengua
por todo mi cuerpo
minutos antes que salga el sol.
La montaña aún ronca
cuando mis manos escarban el agua
y lavan mis heridas faciales.
Venía cayendo
por una larga escalera de sueños.
Inédito
4 de abril de 2014
Cachapoal 61
Estoy sentado
en el techo más alto
del barrio.
Cojo una estrella
con la punta
de los dedos.
Escribo tu nombre
Escribo tu nombre
en la muralla invisible
de mi corazón.
Un poema de dolor
me sale por los ojos.Inédito
2 de abril de 2014
Cerro abajo
Cada día que pasa
resbalo más abajo
me clavo espinas en las manos
y mi boca traga el polvo
que el camino arroja
con indiferencia celestial.
Mis ojos
buscan la última palabra
que alguna vez
me habló del amor.
Pero ya nada queda.
Solo la caída diaria
por las mejillas del olvido
entre rosas escuálidas
que olvidamos regar.Inédito
31 de marzo de 2014
Avenida Matta
Las revistas se tragaban el gris de la época.
Engullíamos la miel de las madres
Engullíamos la miel de las madres
tan rápido como una avispa hambrienta.
Cayendo sobre una colmena dorada
rebosante de líquido.
Como anticipando la catarsis
de la adultez alcohólica.
Leíamos mientras caminábamos
tropezábamos con las raíces de los árboles
nuestras madres conversaban entre sí.
La época – reiteramos – teñía de gris la sangre
pero no había silencio: recuerdo el impacto
de un artesano callejero – amigo de mi padre
a quien le rompieron las manos los militares
por hacer tarjetitas de Pablo Neruda
y Violeta Parra.
En nuestros juegos las avispas estaban contra los milicos.
Recuerdo dibujar tanques incendiados por super-insectos
En nuestros juegos las avispas estaban contra los milicos.
Recuerdo dibujar tanques incendiados por super-insectos
que éramos nosotros los niños de la cuadra: dos.
Dos abejas bastaban para incendiar un tanque
como anticipando las barricadas estudiantiles.
Tanques de cartón fueron quemados
en salvajes protestas contra el CAE.
El cerro a lo lejos era nuestro horizonte.
Soñábamos con esa jungla.
Colores que no conocíamos.
/ La revista era a colores. Mi madre también.
El barrio era gris y su recuerdo es ahora
como el barro frío en los pies de un indio
despojado de su cultura.
Los milicos siguen afilando sus armas.
La nueva constitución empieza a gestarse
en el corazón de un pueblo resurrecto.
La piedad es un palabra olvidada
en muchos de nosotros.Inédito
27 de marzo de 2014
Bolero
Tanto tiempo disfrutamos de este amor y nuestras
almas se acercaron, se acercaron los fantasmas, tu sabor enamorado, mi sabor
acariciado. No pretendo ser tu dueño, no soy nada, me almidono esperanzada, yo
no tengo ni retengo vanidad acaudalada, de mi vida doy lo bueno, soy tan
pobre, qué otra cosa puedo dar?
- Hay amor eternidad? Hay amor donde tu estás?
- Hay amor igual que aquí: Picante como el ajíPor Marinero Miel
24 de marzo de 2014
Epitafio
Este animal murió solo, vivió solo,
no leyó ni la mitad de su biblioteca,
no conoció ni la mitad de su país,
no estuvo entre los ganadores
del premio al empleado del año,
no ganó ninguna elección,
no acertó jamás los números del concurso.
Fue un silencio, una herramienta afilada,
creadora de otras herramientas, sillas,
muebles, repisas, papel, mucho papel escrito
que no alcanzó a leer.
Estuvimos ahí, con él,
en el momento de la materia.
Inédito
22 de marzo de 2014
16 de marzo de 2014
La cultura del terror
Yo niño
abusado por mi
confesor
Yo niña
golpeada por mi padre
golpeada por mi padre
Yo mujer
menstruada con fusil
menstruada con fusil
y arrojada muy
azul
a una embajada
extranjera
Yo callejón sin salida
fríamente
ejecutado
en el más
hermoso silencio
Yo estatua sin voz
pedazo de tierra
sin fosa
simple horror de
la presa
Yo soy la carne
que hace andar
tus máquinas
Tus relojes tus
teléfonos
y la sangre
dentro de ti
Yo soy
el esqueleto de tu culturaDe "Valparaíso Vintage"
15 de marzo de 2014
5 de marzo de 2014
Es olvido
Juro
que no recuerdo ni su nombre,
mas moriré llamándola María,
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
supe de la su muerte inmerecida,
nueva que me causó tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas,
hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía,
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que prueba claramente
la exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino con ese vago sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada,
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida,
nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
creo que moriré de poesía,
de esa famosa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo, lentamente,
como todas las cosas de la vida.
Nicanor Parra
Poemas & Antipoemas
mas moriré llamándola María,
no por simple capricho de poeta:
por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
supe de la su muerte inmerecida,
nueva que me causó tal desengaño
que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
por la gente que trajo la noticia
debo creer, sin vacilar un punto,
que murió con mi nombre en las pupilas,
hecho que me sorprende, porque nunca
fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
relaciones de estricta cortesía,
nada más que palabras y palabras
y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
sólo queda un puñado de cenizas),
pero jamás vi en ella otro destino
que el de una joven triste y pensativa.
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
con el celeste nombre de María,
circunstancia que prueba claramente
la exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
su inmaterial y vaga compañía
que era como el espíritu sereno
que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
la importancia que tuvo su sonrisa
ni desvirtuar el favorable influjo
que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aun, que de la noche
fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
que comprendan que yo no la quería
sino con ese vago sentimiento
con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
lo que a esta fecha aún me maravilla,
ese inaudito y singular ejemplo
de morir con mi nombre en las pupilas,
ella, múltiple rosa inmaculada,
ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
que se pasa quejando noche y día
de que el mundo traidor en que vivimos
vale menos que rueda detenida:
mucho más honorable es una tumba,
vale más una hoja enmohecida,
nada es verdad, aquí nada perdura,
ni el color del cristal con que se mira.
Hoy es un día azul de primavera,
creo que moriré de poesía,
de esa famosa joven melancólica
no recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
como una paloma fugitiva:
la olvidé sin quererlo, lentamente,
como todas las cosas de la vida.
Nicanor Parra
Poemas & Antipoemas
21 de febrero de 2014
Pata de Conejo
III
olas miniatura en ciudades miniatura
ha finalizado la gran guerra
el pueblo en silencio
escucha el canto de las aves
el canto que no es canto
es vuelo
(...)
(...)
las plumas que hierven en cazuelas infernales
el brote de una casa que se esmera en apagarse
un cerro de Valparaíso
avanza como caballo de troya
(...)
"Pata de Conejo"
Felipe Ugalde
19 de febrero de 2014
Árbol quieto entre nubes
Aquel
joven soldado
era sonriente y tímido y erguido
como un joven durazno.
El vello de su rostro se doraba
con el rubor de los duraznos
al amarillo sol de mediodía.
Sus ademanes eran
como los ademanes del durazno
cuando el viento lo mueve, en la colina.
Si sonreía era su sonrisa
un imprevisto florecer durazno.
Una ráfaga a veces lo nublaba
y entonces, serio, ensimismado,
era un durazno al aire, deshojado.
Jugaba con los niños, en la tarde,
con un fervor nostálgico, lejano,
con la misma ternura de la ola
que se aleja volviendo la cabeza.
Un viento melancólico barría
nubes en flor, apenas nubes,
y en el jardín volaban hojas
¡oh despeinada primavera!
Árbol quieto entre nubes, hojas, niños,
se preguntaba aquel soldado:
¿Es nube todo, todo es hoja, viento?
¿Los familiares árboles son nubes?
¿Esta rama que toco, esta corteza,
estos niños, son nubes? ¿Nube el sueño
y la muchacha aquella y su perfume,
fantasma de la carne, nube, espuma
apenas sostenida por el viento?
Y se alejó, callada nube negra.
Octavio Paz
era sonriente y tímido y erguido
como un joven durazno.
El vello de su rostro se doraba
con el rubor de los duraznos
al amarillo sol de mediodía.
Sus ademanes eran
como los ademanes del durazno
cuando el viento lo mueve, en la colina.
Si sonreía era su sonrisa
un imprevisto florecer durazno.
Una ráfaga a veces lo nublaba
y entonces, serio, ensimismado,
era un durazno al aire, deshojado.
Jugaba con los niños, en la tarde,
con un fervor nostálgico, lejano,
con la misma ternura de la ola
que se aleja volviendo la cabeza.
Un viento melancólico barría
nubes en flor, apenas nubes,
y en el jardín volaban hojas
¡oh despeinada primavera!
Árbol quieto entre nubes, hojas, niños,
se preguntaba aquel soldado:
¿Es nube todo, todo es hoja, viento?
¿Los familiares árboles son nubes?
¿Esta rama que toco, esta corteza,
estos niños, son nubes? ¿Nube el sueño
y la muchacha aquella y su perfume,
fantasma de la carne, nube, espuma
apenas sostenida por el viento?
Y se alejó, callada nube negra.
Octavio Paz
18 de febrero de 2014
Hotel
Me
despierto a oscuras
en una habitación extraña.
Hay una voz en el techo
con un mensaje para mí.
Repite una y otra vez
la misma ausencia de palabras,
el sonido que el amor hace
cuando alcanza la tierra,
metido a la fuerza en un cuerpo,
acorralado. Arriba hay una
mujeren una habitación extraña.
Hay una voz en el techo
con un mensaje para mí.
Repite una y otra vez
la misma ausencia de palabras,
el sonido que el amor hace
cuando alcanza la tierra,
metido a la fuerza en un cuerpo,
sin cara y con un animal
desconocido que tiembla dentro de ella.
Enseña los dientes y solloza;
la voz susurra a través de las paredes y el suelo;
ahora está suelta, libre y corriendo
cuesta abajo hacia el mar, como agua.
Examina el aire alrededor y encuentra
espacio. Al final,
me penetra y se vuelve mía.
Margaret Atwood
Poéticas del Cuerpo
14 de febrero de 2014
Soy el último poeta de la aldea
Soy el último
poeta de la aldea,
mis cantos son
humildes como un puente de madera.
Asisto a la misa
final entre abedules
que inciensan el
aire con sus hojas.
Se extinguirá la
dorada llama
de este cirio de
cera humana
y el remoto reloj
de la luna
gruñirá mi postrer
campanada.
Pronto saldrá el
huésped de hierro
al sendero del
campo azul,
sus negras manos
recogerán
la avena derramada
por la aurora.
¡Muertas manos,
palmas extrañas,
no vivirán entre
vosotras mis canciones!
Sólo los corceles
de las espigas
llorarán por los
viejos amos.
El viento acallará
sus relinchos
mientras baila la
danza del adiós...
Y el remoto reloj
de la luna
gruñirá mi postrer
campanada.
Arde, estrella
mía, no caigas...
Arde, estrella
mía, no caigas.
Derrama tus rayos
fríos.
Tras la muralla
del cementerio
ya no late ningún
corazón.
Luces con el
agosto y el centeno
y llenas la
quietud de los campos
con el temblor
sollozante
de las grullas que
aún no partieron.
Me alcanza
viniendo de lejos,
quizá del bosque o
del cerro,
otra vez aquella
canción
de mi país, y de
mi casa natal.
Y el otoño dorado
reduciendo la
savia de los abedules
llora sus hojas
sobre la arena
por todos los
seres que amé.
Lo sé. Lo sé.
Dentro de poco,
ni por mi culpa ni
por la ajena
tendré que
tenderme también
detrás de la negra
muralla.
Se apagará la
llama cariñosa
y se convertirá en
polvo el corazón.
Los amigos pondrán
una piedra gris
con una alegre
inscripción.
Mas yo, pensando
en la triste muerte
así la compondría
para mí:
"Amó a su
patria y a su suelo
como un borracho a su
taberna".Serguéi Esenin
6 de febrero de 2014
Réplicas
Durante el terremoto que azotó la octava
región de Chile
y que dejó un país devastado
todos los santos cayeron de sus pedestales
y al igual que la iglesia de la merced
en sólo tres minutos
fueron polvo.
Bajo los escombros yacía el cuerpo del cura
párroco
don Celestino Callao.
Bajo los escombros también
la puerta que daba a los sótanos. Y allí…
las réplicas, los santos de utilería.
Fue allí donde se cavó primero.
Y por la tarde antes de que cayese el sol
ya un santuario improvisado se alzaba
frente a las ruinas de la iglesia.
Allí podían acudir los desgraciados a pedir
o dar gracias como Dios manda.
Está visto:
la iglesia desentierra primero a sus santos
que a sus muertos.
Carlos Gallegos
"Dios me dio la bendición de ser ateo"
4 de febrero de 2014
Ladra la tarde en la literatura
Ladra la tarde en la literatura
los poetas somos perros viejos
comiendo charqui envasado
en un supermercado vietnamita
Algún día nosotros
seremos esa carne en oferta
Supermercado Vietnamita (fragmento)
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